La mayor parte de los daños se producen en la puerta, y casi todos los bienes sustraídos son alhajas y otros pequeños objetos de valor.
Cuando regresó a su hogar de la calle de Álvaro Cunqueiro, después de visitar a su marido, que estaba hospitalizado, Ana Lucía descubrió que faltaba la cerradura. “La puerta estaba cerrada, pero no había bombín”, explica.
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